Opinión
Claudio Alvarado: "estuvieron dispuestos a avalar todo tipo de métodos de facto con tal de desestabilizar a sus adversarios, y hoy, desde el oficialismo, son incapaces de formular un mea culpa a la altura"
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“Otra forma de luchar”
En la misma semana en que Carabineros sufrió la trágica muerte de otro mártir, y ad portas de cumplirse tres años de la brutal quema del Metro de Santiago del 18 de octubre de 2019, el frenteamplista Nicolás Valenzuela Levi, actual integrante del directorio de Metro, ha estado en el ojo del huracán.
Esto luego de difundirse una serie de tuits suyos escritos en medio del estallido, en los que decía expresamente “evadir, no pagar, otra forma de luchar”, junto con atacar al entonces presidente de Metro, Louis de Grange. La polémica ilustra a la perfección las severas dificultades que enfrenta la generación de izquierda que llegó a La Moneda: a la hora de ejercer el poder, advierten las consecuencias de haber cultivado una actitud destructiva pocos años atrás.
Pero no solo eso. Además, Valenzuela Levi volvió a las redes sociales para afirmar que “jamás” celebró ni alentó “ningún tipo de daño” a la infraestructura pública. En su caso, añadió, no “había literalidad al repetir una frase de la protesta”. El cuadro no deja de sorprender. Apenas ayer, cuando se encontraban en la oposición, estuvieron dispuestos a avalar todo tipo de métodos de facto con tal de desestabilizar a sus adversarios, y hoy, desde el oficialismo, son incapaces de formular un mea culpa a la altura de las circunstancias. ¿Cómo no comprender que sin una explicación razonable solo seguirán horadando su credibilidad?
Neutralidad a la carta
Pero si de falta de autocrítica se trata, probablemente el premio mayor lo obtiene el puñado de exconstituyentes que continúan ofreciendo entrevistas con frases para el bronce. Esta semana fue el turno de Jaime Bassa. Con tanta elocuencia como falta de pudor, quien fuera vicepresidente de la Convención y uno de los referentes del Frente Amplio dentro del fracasado órgano constituyente abogó en una entrevista publicada en La Segunda por “un acuerdo por una Constitución neutra”.
El hecho es llamativo no solo por la insistencia en sugerir pautas de acción pese a haber protagonizado el mayor fracaso democrático en la historia de la izquierda chilena, sino también por la inconsistencia involucrada. Baste recordar que apenas un año atrás, el 20 de octubre de 2021, el propio Bassa exponía ante la Convención su visión constitucional. Ahí denunciaba “un Chile que desde su fundación ha sido secuestrado”, y se percibía a sí mismo y a los convencionistas como “el fin de una historia de despojos”, y “el hito fundacional de nuevas estructuras”. Sin comentarios.
Régimen mixto
Afortunadamente, sí hay actores que parecen tomarse en serio la necesidad de un acuerdo político que viabilice un pacto constitucional políticamente transversal, de vocación mayoritaria y alcance nacional. Es el caso de las directivas de Chile Vamos, que han resistido las presiones de su flanco derecho participando activa y proactivamente del diálogo que conducen los presidentes de ambas cámaras del Congreso Nacional, y es también el caso del mundo socialista. De hecho, en una entrevista publicada esta semana, el diputado PS Tomás de Rementería explicitó la clase de autocrítica que se espera de las izquierdas luego del plebiscito.
En sus palabras, “una lección que nos dejó el proceso constituyente anterior fue que esa idea de un proceso constituyente ilimitado… hizo que fuera bastante desordenado y que la ciudadanía le diera la espalda al proceso”. No solo eso. Adicionalmente, el diputado socialista se atrevió a verbalizar un secreto a voces dentro de los pasillos del Congreso: la posibilidad de que el órgano que redacte la nueva propuesta tenga una composición mixta y, por tanto, no sea 100% electo. No es claro cuál será el destino final del diálogo y de las negociaciones, pero si todo esto llega a buen puerto será precisamente por ese ánimo y esa disposición a ceder. Política, le llaman.
Una monstruosidad
Menos decidido a actuar conforme a las acuciantes circunstancias actuales parece el gobierno. No obstante haberse aprobado en el Congreso el “Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico”, habitualmente llamado TPP-11, La Moneda ha apostado por dilatar su firma definitiva, justificándose en la estrategia de las “side letters” ideada por el subsecretario Ahumada. Se trata de una señal equívoca desde el punto de vista político -es sabido que la ministra Tohá y el socialismo democrático son firmes partidarios del Tratado-, que además transmite poca empatía y sentido de urgencia ante la grave situación económica. En palabras del exPresidente Ricardo Lagos, es “una monstruosidad” no estar ahí considerando que el siglo XXI será, en su opinión, el siglo de Asia Pacífico. En todo caso, no será la primera vez que el exmandatario socialista discrepa con el Presidente Boric.